domingo, 19 de mayo de 2024 08:58h.

El suelo de arena sigue después del terremoto

El sismo golpeó a dos de los Estados más pobres y abandonados de México, donde temen que la ayuda no llegue nunca.

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Los vecinos de San Mateo del Mar preguntan por la libreta. "¿Va a poner mi nombre?". Sí, señora: Epifanía Zaragoza, 69 años. "Ah". Y se quedan satisfechos. Así una, y otra, y otro. Se acercan. Dicen: "Venga a ver mi casa", "se me cayo una pared", o dos, o todas. Dicen: "Se levantó el piso cuando estaba durmiendo", como si el infierno creciera y la tierra no tuviera más opciones que ceder.

El jueves por la noche, Epifanía Zaragoza dormía en el cuarto con Primitivo, su marido. Empezó a temblar y la mujer echó los pies al suelo, que es de arena. "Cuando pisé, entró mi pie". La mujer, que cumplió 70 años hace unos meses, mueve las manos hacia abajo, como si tratara de ponerlas en el subsuelo. "Subió la arena así, con agua, con todo. Excavamos para salir". Dice "excavamos" porque lo hicieron, literal. Igual que los panes se hinchan al calor del horno, la arena del piso subió y subió. El suelo de la habitación estaba de repente un palmo más cerca del techo. La puerta se atascó y no hubo otra manera de salir que excavar.

No son raros los suelos de arena en San Mateo. No son raros los suelos que no son de cemento. Según el Informe Anual sobre la Situación de pobreza, que elabora anualmente el Gobierno mexicano, el 67% de las 3.412 casas del pueblo carecen de piso de concreto. La cocina del 87% de los hogares es un brasero de carbón sin chimenea. La mitad de las viviendas no tienen agua corriente y un tercio no disponen siquiera de váter. Lo anterior es sólo una forma de decir que los vecinos de San Mateo son pobres, muy pobres